Es uno de los restaurantes más especiales del mundo y no por su comida. Lo mejor de The Rock es su ubicación, sobre una sobresaliente roca de coral rodeada por las aguas del océano índico. Comer en medio del agua turquesa con unas vistas maravillosas lo convierten en toda una experiencia. El banquete aquí es sobre todo visual.

El restaurante es muy caro si lo comparamos con lo que cuesta comer en el resto de Zanzíbar, pero es lo que pagas en un restaurante medio en España, así que si quieres, puedes darte el capricho. La comida no está mal, pero no justifica los precios. La pasta casera (pese a que el dueño sea italiano) no es de las mejores que he probado ni de lejos, más bien me pareció un poco insípida. El curry estaba rico, pero el plato era muy escaso, al igual que el de pez espada. La parrillada de marisco para dos también te dejará un poco hambriento. El tiramisú de coco no está mal, pero tampoco te para recordar. El servicio es agradable pero un poco despistado. Lo que hace inolvidable a The Rock es su ubicación, no su comida.