Ruta paso a paso por Grecia (2ª parte)

6 Paros
Después de un buen desayuno, alquilamos un buggy para recorrer la isla. Nos damos un baño en Kolimpithres. ¡El agua está helada!

Después paramos en la bonita y pequeña Naoussa, aunque comeremos en Logaras, donde nos echamos una siestecilla en la playa. ¡Ay qué vida más dura! Volvemos a Parikia y cenamos en el otro extremo de la ciudad, cerca del molino y compramos nuestros billetes para Santorini.

7 Paros – Santorini
Como todavía tenemos el buggy, lo aprovechamos para hacer el camino al puerto sin cargar con las mochilas.

Cogemos el ferry de las 11:55 a Santorini, que va a tope de chinos y de vejetes franceses. El recorrido es muy bonito, con parada en Naxos e Ios. La gente se arremolina en cubierta para hacer fotos, pero cuando nos aproximamos a Santorini la cosa es de locura. El barco se adentra lentamente en la caldera del volcán que destruyó parte de la antigua isla y la dejó con esa forma de media luna, la parte visible del cráter sobre cuyo filo se asientan Fira y Oia.

La llegada al puerto es un poco caótica. Montones de personas con cartelito esperan a sus clientes. A nosotros no viene a buscarnos ni Perry, y viendo que estamos más tiradas que una colilla, nos convertimos en el blanco de toda clase de conductores que nos piden una pasta por subirnos a Fira. Les mandamos a todos a escardar y enseguida descubrimos el autobús público que, encima, nos deja cerquísima de nuestro hotel.

No teníamos ninguna expectativa sobre Fira, que nos sorprende para bien. Está en pleno centro de la caldera y tiene unas vistas impresionantes. Comemos en una terraza mirando a la caldera. Después cogemos un bus a Oia para ver la famosa puesta de sol. El pueblo es precioso pero la muchedumbre de turistas (sobre todo chinos) y la grandísima cantidad de tiendas de joyas y recuerdos, le quitan mucho encanto. Y no hablemos de la famosísima puesta del sol. La gente se agolpa para conseguir un hueco durante casi dos horas. Hay empujones y codazos y un plasta con una guitarra dando el coñazo. Es ridículo. No me quiero ni imaginar cómo será eso en agosto.

Llega la hora de amortizar mi monopod, así que extiendo el tubo telescópico por encima de las cabezas chinescas y consigo mi foto de la puesta de sol en Oia.

Cuando se pone el sol, al igual que en Ibiza, la gente aplaude… En fin. Y entonces la gente se empieza a ir y es el mejor momento para sentarse y disfrutar de la belleza del paisaje, no sin discutir, antes, con un viejo italiano maleducado que pretendía que me fuera, vamos, el «quítate tú que me pongo yo». ¡Unos huevos!

Para mi gusto, todo se vuelve más mágico cuando se hace complemente de noche y las luces se encienden. A lo lejos se ven las luces de Fira. Mucho más cerca, una china absurda (y forrada) posa en biquini, de noche, con las gafas de sol puestas, en su piscinita. ¡Mátame camión!

Cogemos el último bus a Fira a las diez de la noche y salimos a tomarnos algo, porque es viernes y hay bastantes garitos alrededor de nuestro hotel. Los precios de las copas son surrealistas, así que acabamos en un bar de bolleras, más agradable y menos ruidoso que el resto, tomándonos unos aperol spritz. En el hotel intentamos dormir con el chunda – chunda del garito de abajo que no cerrará hasta las cuatro y media de la mañana. Grrr.

8 Santorini
Tras otro desayuno contundente, donde una vez más, no falta el queso feta, cogemos el bus para la playa roja. Hace frío, así que solo vemos a dos o tres valientes en el agua. Nosotras nos conformamos con verla. La playa es curiosa, pero no es una gran playa y es bastante pequeña. Hemos visto fotos del mes de agosto con la playa llena de sombrillas y tiene que ser una pesadilla. Al lado hay unas excavaciones famosas, pero con muy buen criterio decidimos no verlas, ya que sospechaba (sin equivocarme) que íbamos a tener después una sobredosis de ruinas.

Volvemos a Fira y tras meternos para el cuerpo unos contundentes gyros, y desoyendo los consejos de un camarero, decidimos hacer el precioso trekking desde Fira a Oia. Nos aconsejaron hacerlo a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, si no queríamos convertirnos «en dos pollos asados». Pues bien, salimos a las cuatro y media de la tarde y recién comidas. Y el sol nos dió pero bien, pero el viento venía muy fresco, con lo que pudimos aguantar bien. En breve publicaré un post sobre este recorrido, uno de los más bonitos que puedas hacer en tu vida.

Llegamos a Oia a tiempo de ver de nuevo la puesta de sol, pero solo de imaginarnos las hordas otra vez, preferimos irnos a cenar unas sardinas (raquíticas). Paseamos de nuevo por Oia, donde seguimos flipando con la horterez del personal.

Volvemos a Fira en bus. Hoy el chunda- chunda dura hasta las seis y media. Grrr.

9 Santorini – Naxos
Como estamos un poco hasta el higo de tanto turisteo friki, decidimos quitarle un día a Mikonos e ir a Naxos, que no estaba en nuestros planes. Los camioneros de Naxos y la señora que conocía a Ada Colau nos dijeron que era una isla estupenda, así que decidimos hacerles caso.

Pasamos la mañana en Fira. Vamos a ver el teleférico que va al puerto viejo y desde allí vemos a los burros subir con los turistas gordos sobre sus lomos… ¡pobres burretes!.

Estamos puntuales para coger el bus al puerto, pero lo tienen fatal montado porque hay como un millón de chinos y los del bus te hacen meter el equipaje por el lado contrario al que se entra al bus, con lo que hay gente que mete su equipaje y cuando quiere subir, después de esperar la cola, ya no hay sitio. Así que perdemos el primero, pero conseguimos subir las primeras en el siguiente. Cogemos el ferry a Naxos a las 15:30.

Llegamos a Naxos sobre las seis y media. Hay muchísimo viento. El hotel está al lado de una playita muy mona. Por el camino nos hacemos amigas de una gatita monísima que se quiere meter en nuestra habitación. Salimos a conocer Naxos, que está bastante más descuidado que Parikia, pero que aún así mola, y además tiene muchísimos gatos, algo que siempre es un punto a favor.

Los restaurantes que están en la zona del puerto están más animados que en Paros y tienen pescado fresco y unos precios irresistibles. Es difícil elegir, pero parece difícil, también equivocarse. Al final nos tientan con el vino blanco al que nos invitan y que hace que nos pillemos una pequeña castaña.

Tras disfrutar de estupenda cena, decidimos tomarnos una copilla. Hay un bar con muy buen ambiente y que sólo está lleno de griegos, que es justo lo que buscamos. Nos lanzamos a probar dos licores de Naxos, dos especialidades del local. Uno de ellos parece fairy con hielo y sabe a fairy con hielo. El otro también es un poco hardcore, pero acaban entrando.

Como diría la Preysler, «Naxos nos ha realmente conquistado» y de camino al hotel decidimos quedarnos una noche más.

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2 comentarios

  1. Hola Eva, genial tu viaje, yo me pasé en su día unas cuántas semanas por las islas griegas y volví con pena, una maravilla de viaje. Ya que veo que te gusten las islas, te invito a conocer mi blog sobre Santorini , lo hice tras volver de las vacaciones, espero que te guste. Ya de paso, te he dejado mi voto en la blogoteca, un saludo.

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