Destinos de viaje para los amantes de los gatos

Nos encanta viajar y nos encantan los gatos, así que cuando llegamos a una ciudad donde hay felinos por doquier y descubrimos que son cuidados y apreciados, nos enamoramos inmediatamente de ese lugar. Cuando los mininos se convierten en parte del paisaje de una localidad son una razón más para disfrutar. Si como nosotras te derrites ante el ronroneo o la mirada cotilla de sus ojitos, te encantará viajar a estos destinos:

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Sobando enfrente del Megalo Meteoro (Grecia)
Gatos de Aoshima (fuente: El País)

Japón: los nipones sienten verdadera pasión por los gatos, por eso no sorprende que la figura que atrae la buena suerte, el Maneki-neko sea un gatito (concretamente de la raza bobtail japonesa) con la patita levantada en actitud de llamada.
Muchos japoneses no pueden permitirse tener una mascota por el reducido espacio de su apartamento, por el poco tiempo libre que les deja el trabajo, o porque no se les permite en los edificios, por eso han proliferado los cafés de gatos o «gatotecas», donde puedes elegir un gatito para jugar con él un rato mientras te tomas algo. Sólo en Tokio hay 40 y algunos se han especializado en determinadas razas o colores. Los cafés de gatos japoneses cuidan mucho de sus animales y no permiten que se les moleste en exceso o se les despierte.
En Japón los gatos tienen su propia isla, Aoshima, donde viven menos de 20 personas y más de 150 gatos que atraen a muchos turistas.

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Señora alimentando a un gato en Marrakech

Países islámicos: El animal preferido del profeta Mahoma era el gato y solía predicar acariciándole el lomo a alguno de ellos (se dice que con ese gesto les concedió la capacidad de caer siempre de pie). Tuvo varios, y entre ellos sentía especial predilección por su gata Muezza, que le salvó de ser mordido por una serpiente. El profeta amaba tanto a los gatos que los consideró “animales puros” dignos de entrar en el Paraíso. Hay varias historias sobre los gatos en el Corán, por todo ello los gatos son muy considerados en el mundo islámico y son bienvenidos en todos los hogares y mezquitas.

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Gatita que Soraya salvó en Jordania después de encontrarla cubierta de grasa debajo de un coche

En Turquía los gatos blancos con un ojo de cada color son muy apreciados y los consideran “tocados por Alá” quizá porque Muezza era blanca con un ojo color ámbar y otro de color azul verdoso. Estambul es una ciudad donde te sentirás permanentemente observado con desdén desde tejados, ventanas y esquinas por un buen montón de pupilas rasgadas. En Palestina fueron introducidos en 1930 para controlar la población de ratas y hoy hay unos dos millones.

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Gato de Koh Tao (Tailandia)
Perú y Bolivia (812)
Minina del lago Sandoval (Perú)

En Egipto adoran a los gatos por partida doble: por su pasado faraónico y porque son musulmanes. Los egipcios fueron los primeros en domesticar a los gatos, que eran objeto de adoración, los animales más sagrados. Por su capacidad para ver en la oscuridad y el enorme agrandamiento de sus pupilas, se les vinculó directamente con el sol y la luna, con el ritmo de las mareas y los ciclos de fertilidad de la tierra, por lo que adquirieron un status de semidioses. Así no es de extrañar que la muerte del gato de la casa supusiera una auténtica tragedia. La familia se ponía de luto y se afeitaba la cabeza y las cejas. El animal era embalsamado y enterrado en necrópolis gatunas.

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Gatete de Naxos (Grecia)

Grecia: Los gatos son tan típicos del paisaje griego como las ruinas helénicas y su presencia es tan antigua como éstas. Aunque en el antiguo Egipto estaba absolutamente prohibido sacar gatos, comerciantes fenicios y macedonios consiguieron llevar de forma clandestina varios ejemplares a Grecia, desde donde se extenderían a todos los países mediterráneos de la mano de los romanos. Los griegos apreciaban a los gatos casi tanto como los egipcios y se vendían igual que otros tesoros de Oriente. Los griegos le atribuían a los gatos poderes mágicos, especialmente a los negros. En Grecia encontrarás mininos merodeando por los elevados monasterios de Meteora, en la acrópolis de Atenas y en las calles encaladas de cualquiera de sus islas.

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Micho de Santorini (Grecia)
Patada voladora de minino tanzano

Italia: los gatos son tan italianos como la pizza. Es difícil imaginarse Venecia o Roma sin gatos. Los pequeños felinos son uno de los símbolos de la capital italiana y están protegidos por ley. Son los únicos seres a los que les está permitido encaramarse a esculturas romanas, dormir entre las ruinas del imperio y deambular por donde les plazca. Hay casi 200.000 gatos callejeros sólo en Roma.

Perú y Bolivia (1874)
Los gatos del parque Kennedy de Lima (Perú)
Lisboa 08 (62)
Minino de Sintra (Portugal)

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Un comentario

  1. Genial! Donde hay gatos, allí esta «depatitasenelmundo» los mejores lugares están llenos de felinos.

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