Este viaje a China estaba planeado para el mes de junio de 2012. Teníamos comprados los billetes, los visados y todo, cuando cinco días antes de volar me dió un cólico tremendo, al que no le dí mayor importancia. Dos días después empecé a hacer pis de color fanta naranja, me puse amarilla como un Simpson y me tuvieron que ingresar de urgencias. Meses después, rehice el itinerario para viajar, ya recuperada, en el mes de Octubre, añadiendo dos semanas al viaje. Y cuando tenía todo preparado, me da por mirar una guía y me entero de que Octubre es el peor mes para viajar a China porque coincide con sus vacaciones nacionales y las hordas son de morirse. Así que China, otra vez descartada. Cuatro años después y una vesícula menos, decidimos volver a intentarlo Mapa itinerario chinacruzando los dedos. Me daba la sensación de que este viaje iba a estar gafado. Además, no voy a negar, que sentíamos cierta antipatía por los chinos. Los trámites para sacar el visado y su precio, no nos hicieron cogerles más cariño. Muchos amigos nos habían advertido de que los chinos son sucios y maleducados. Los chinos con los que nos hemos cruzado viajando, también han dejado bastante que desear. Así que íbamos un poco resignados a tener que odiarles a cambio de disfrutar de maravillas como la Gran Muralla. Y resulta que volvemos encantados, no solo con China, sino con los chinos. Sí que tienen que pulir algunas cosillas como lo de echarse un gapo en pleno autobús y tal, pero son amables y simpáticos. Nos han tratado muy bien. También me consta que China ha dado un cambiazo bestial en los últimos diez años y que la experiencia de viajar allí antes de las olimpiadas debía ser mucho más dura. Todavía hoy China es un país muy encerrado en sí mismo (no en términos económicos). Las atracciones turísticas, por ejemplo, están planteadas exclusivamente para el turismo interior. Por eso no es sencillo encontrar mapas, indicaciones o personal turístico que hable en inglés. Pero China merece mucho la pena.
No os voy a descubrir nada si os digo que China es enorme. Así que si disponéis solo de dos semanas, como nosotros, tenéis que elegir una zona, porque es imposible abarcarlo todo y las distancias son enormes. Sólo tenéis que ver que nuestra ruta parece una minucia comparada con lo que es el mapa de China, y aún así hemos recorrido 3.500km en sólo dos semanas. Los vuelos internos son caros y hay muchos lugares donde sólo podréis llegar en tren o autobús, así que si queréis darle un buen repaso a China necesitáis mínimo cuatro o cinco semanas. Nosotros nos decidimos por el «norte», comenzando la ruta en Pekín y terminando en Shanghai. Esta vez sacamos de la ruta Chengde, Luoyang y Datong (porque el monasterio colgante estaba en reparación) para añandir Shanghai, Hangzhou y Huangshan. Teníamos planeado visitar Shouzhou, pero al final preferimos pasar el día gastando dinero en Shanghai.

Este es nuestro itinerario:
- 30 S vuelo Madrid – Beijing (9.250km) con AirFrance con escala en París.
- 1 D Llegamos a Beijing a las 06.00 a.m
- 2 L Beijing
- 3 M Beijing
- 4 X Beijing- Pingyao en tren nocturno (casi 10h, 600km)
- 5 J Pingyao
- 6 V Pingyao – Xi´an en tren diurno bala (3h y pico, 500 km)
- 7 S Xi´an – Shanghai (1400km) en tren nocturno (12 h aprox)
- 8 D Shanghai – Hangzhou. Nada más llegar a Shanghai cogimos un tren bala a Hangzhou (1h aprox, 180 km)
- 9 L Hangzhou
- 10 M Hangzhou – Tunxi en autobús (3,5 h aprox, 215km)
- 11 X Huangshan. Aquí nos dividimos. Soraya e Iker fueron al monte Huangshan (1h aprox) y yo me fui a conocer los antiguos pueblos de Xidi y Hongcun (1h aprox).
- 12 J Tunxi – Shanghai en autobús (5h aprox, 350km)
- 13 V Shanghai
- S 14 Shanghai
- D 15 Shanghai – Madrid (10.300 km) Pasada la media noche volamos con China Eastern Airlines (un horror) hasta París y de allí a casa.
Profundizaré en siguientes post en la ruta y los lugares que visitamos, pero ya os adelanto que nos faltó al menos un día más en Pekín. Nos quedamos sin ver el palacio de verano.