Último día en Sri Lanka, sólo nos quedan unas pocas horas antes de coger nuestro vuelo a Londres, así que vamos a pegarnos un desayuno de campeonato en el restaurante donde cenamos. Lamentablemente por la mañana no tienen puesto el disco de ABBA.

Nos damos una vueltecita, nos pegamos una ducha y preparamos las mochilas. Puntual llega el tuktukero que es el tipo más antipático del universo. Además está constipadísimo, porque no se puede estornudar tanto ni de forma tan terrorífica. Le ofrezco un paracetamol, que no se toma y me pide otro para después. Se los doy. Le pedimos que nos pare en un súper. Allí gastamos nuestras últimas rupias en té para regalar a los amigos.

A la salida el tipo se ha tapado la boca con una mascarilla improvisada, cosa que es de agradecer. Va muy despacio, lo que me hace pensar que nos puede hacer el lío, pero al final nos deja en el aeropuerto, aunque no llega a entrar en él. Le pagamos y vamos a facturar.

Nos espera un largo viaje, con una parada de una hora en Maldivas donde suben los ingleses forrados que viajan con nosotras a Londres. En realidad no podemos envidiarlos, es muy difícil que sus vacaciones hayan superado a las nuestras. ¡¡¡Sri Lanka ha sido lo más!!!